Aprender es un asunto muy personal. Nadie aprende en la cabeza de otro, aprendemos cuando logramos relacionar los nuevos conceptos y habilidades con las experiencias y los saberes que cada uno de nosotros tenemos previamente. Es un proceso individual que requiere dedicación, es decir, para aprender hay que estar dispuesto a hacer esfuerzos y sacrificios, y aquí es donde entra en juego la motivación.
La motivación mide el grado de implicación personal en la tarea que se realiza. Cuanta mayor es la implicación, más recursos se ponen en juego para intentar ejecutar correctamente la tarea, con lo que aumenta la probabilidad de alcanzar el objetivo. ¿Qué lleva a comprometerse en la consecución de un objetivo? En general, los factores que favorecen esa implicación son la probabilidad de éxito, el grado de dificultad, la importancia del objetivo, el interés que suscite la propia tarea, la recompensa que se pueda obtener,..
En clase de matemáticas (y en el resto de asignaturas), la motivación es también importante, por supuesto. El carácter discursivo y abstracto de la asignatura dificulta a veces su comprensión, con lo que conviene compensar esa dificultad tratando de mantener la motivación del alumnado. Dejando claro que cada aula es un mundo, que lo que es motivador para unos puede desanimar a muchos otros y que la motivación no se provoca por agentes externos, sino que se está motivado o no debido a las circunstancias, sí que podemos enumerar algunas actitudes y metodologías que favorecen la motivación para el aprendizaje. Empecemos:
Se puede ampliar información aquí. Estas ideas son un somero esquema de las ideas que presenta Juan Antonio Huertas (catedrático de Psicología Cognitiva de la Universidad Autónoma de Madrid) en el capítulo 9 de su obra "Motivación. Querer aprender". En el enlace podéis encontrar un extracto de ese libro.
La motivación mide el grado de implicación personal en la tarea que se realiza. Cuanta mayor es la implicación, más recursos se ponen en juego para intentar ejecutar correctamente la tarea, con lo que aumenta la probabilidad de alcanzar el objetivo. ¿Qué lleva a comprometerse en la consecución de un objetivo? En general, los factores que favorecen esa implicación son la probabilidad de éxito, el grado de dificultad, la importancia del objetivo, el interés que suscite la propia tarea, la recompensa que se pueda obtener,..
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| "Papá, el coche es asul", y el bebé, que está aprendiendo a hablar, recibe una dosis extra de mimos. ¡Las recompensas son importantes! |
En clase de matemáticas (y en el resto de asignaturas), la motivación es también importante, por supuesto. El carácter discursivo y abstracto de la asignatura dificulta a veces su comprensión, con lo que conviene compensar esa dificultad tratando de mantener la motivación del alumnado. Dejando claro que cada aula es un mundo, que lo que es motivador para unos puede desanimar a muchos otros y que la motivación no se provoca por agentes externos, sino que se está motivado o no debido a las circunstancias, sí que podemos enumerar algunas actitudes y metodologías que favorecen la motivación para el aprendizaje. Empecemos:
a) Presentar
las nuevas materias como algo útil, sorprendente, interesante, relevante…Para
conseguir esto, en muchas ocasiones resulta conveniente usar la historia de las
matemáticas. Se contextualiza el nuevo concepto en la época histórica de su
descubrimiento, lo que demuestra cómo el avance de las matemáticas contribuyó
al desarrollo humano. También puede servir, como idea para contextualizar las
tareas, relacionarlas con aspectos cotidianos de la vida actual.
b) También
es importante saber explicarse bien (por medio de ejemplos e ilustraciones) y
relacionar los nuevos conceptos con los ya vistos en clase: ponerlo todo lo
fácil que se pueda también motiva.
c) Proponer
tareas en las que el alumnado tenga autonomía: poder de decisión sobré el
método de resolución, sobre las fuentes de información consultadas, sobre la
presentación de los resultados… Otra idea es plantear distintos tipos de
ejercicios a la vez: al finalizar esos ejercicios habrá una puesta en común, en
la que todos enseñarán a todos cual ha sido la solución. En este contexto de
libertad y asunción de responsabilidades, los criterios de evaluación han de
estar muy claros, y el alumnado ha de poder auto-evaluarse: saber si está
haciendo bien o no el ejercicio antes de entregar el resultado final.
d) Las
tareas tienen que representar un desafio, pero sin parecer imposibles de
resolver. Es útil presentar el objetivo final primero, y luego explicar qué
pasos se han de seguir para alcanzarlo
e) Fomentar
la participación, una actitud positiva del profesor ante los comentarios,
quejas y preguntas es fundamental.
f) Estructurar la clase en equipos cooperativos
cuando la tarea lo permita. Hay auténtica cooperación cuando todos los miembros
aportan su esfuerzo, y todos se dan cuenta de que sin su aportación, no se
puede resolver el problema.
g) La
evaluación debería ser una medida del progreso personal, que sirva para
detectar los problemas de aprendizaje y proponer soluciones.
h) Se
deben evitar las comparaciones y los comentarios en público sobre la evaluación
de un estudiante en particular.
Se puede ampliar información aquí. Estas ideas son un somero esquema de las ideas que presenta Juan Antonio Huertas (catedrático de Psicología Cognitiva de la Universidad Autónoma de Madrid) en el capítulo 9 de su obra "Motivación. Querer aprender". En el enlace podéis encontrar un extracto de ese libro.
